miércoles, 25 de febrero de 2015

Ciencia, parte 2

En la parte 1, intenté abordar un poco la mala forma en que la ciencia se presenta en los medios, y como esto se debe en gran parte al hecho que, hacer ciencia propiamente tal, es bastante fome.

A mí la ciencia me encanta, pero si me parece fome y tedioso el proceso de hacer ciencia. Lo cual no quiere decir que, las veces que he hecho algo cercano a eso, no lo haya disfrutado. La percepción de la ciencia como aburrida no es algo exclusivo del público externo a ella, sino también una noción que existe entre los propios científicos. Es raro encontrar a un científico, fuera de su zona cómoda, hablando con emoción de su trabajo, de sus áreas de interés.

Y eso que en el último tiempo ha habido una especie de boom científico en la cultura pop: con series como The big bang theory, o la resucitada Cosmos (de la mano de rock stars científicas como Neil deGrasse Tyson), se podría decir que hasta estamos un poco de moda. Pero aún así, si nos ponen frente a alguien externo, nos sentimos fomes, aburridos, insípidos.

No me cabe duda que todos quienes estamos involucrados, de una u otra forma, en el ámbito científico, creemos que la ciencia es lo máximo. ¿Por qué, entonces, no logramos transmitir esa emoción? ¿Por qué sentimos que lo que hacemos es aburrido, en comparación con el resto?

Llegó a mis manos hace un tiempo una entrevista a Alun Anderson, quien fue editor en jefe de la revista New Scientist hasta hace algunos años. Según el, cuando llegó a trabajar en la revista, en 1990, parecía que era necesario pedir perdón para escribir sobre ciencia. "Perdón, se que esto no te interesará y además no entenderás mucho, ya que es terriblemente difícil, pero lo simplificaré para tí."

Anderson plantea que el problema de la ciencia es un problema en la actitud de los científicos. Que, al hablar de ciencia, se aborda diciendo "perdón, te voy a contar algo súper aburrido, de hecho probablemente ni siquiera quieras escucharlo". Y que, mientras la ciencia siga presentándose así, nadie tendrá muchas ganas de escuchar al respecto.

Este complejo de inferioridad parece ser bastante común en el mundo científico. Va de la mano con el síndrome del impostor, fenómeno psicológico en el cual la persona cree que ha engañado a todo el mundo para llegar donde está, que en realidad no tiene capacidades y que es realmente un fraude. Suena exagerado, pero son problemas de confianza que van bastante relacionados.

Lo que señala Anderson, es que quienes hacemos ciencia debemos empezar a darnos cuenta que dicho trabajo es sumamente importante. Es complicado: uno ve el paper final, la publicación en algún journal de prestigio, y se siente como todo un perdedor mientras tratas de hacer que un mísero código funcione. Así se cae en lo mismo que señalaba en la parte 1: vemos el resultado final, no el proceso. E incluso, quienes sabemos cuán tedioso es dicho proceso, no nos sentimos propiamente parte de él. ¿De qué va a servir que yo escriba este código? De nada, probablemente. Y se nos olvida que hacer ciencia es un proceso colaborativo, que se avanza de pequeños pasos a la vez.

Quizás, nuestro trabajo no se siente importante. Pero eso es porque no nos sentimos parte de un equipo que hace ciencia. Y, hacer ciencia, es sumamente importante. Nos abstraemos tanto de los objetivos finales, que no logramos visualizar el impacto que podría llegar a tener cada cosa que hacemos.

Según Anderson, los científicos deben tomar la actitud de los artistas: "¿Si estoy haciendo algo interesante? Por supuesto que estoy haciendo algo interesante." Al final, el interés de lo que hacemos debemos ponerlo nosotros. Si llegamos, de entrada, disculpándonos por lo aburridos que somos -- nos jugará bastante en contra.

sábado, 21 de febrero de 2015

Razones

There are two reasons why people don’t talk about things; either it doesn’t mean anything to them, or it means everything.

viernes, 6 de febrero de 2015

Ciencia, parte 1.5

"Publican decreto que permite la caza de perros."

"La materia oscura podría darte cáncer."

Dos titulares que leí hoy. Los dos hacen referencia a noticias verdaderas. Y los dos tan terriblemente sensacionalistas, que el resultado de imágenes y eventos en Facebook contra la caza de perros casi me parece justificado.

Sobre la caza de perros: lamentable ver cómo la falta de información distorsionó la noticia. Fotos de quiltros en la calle con #NoALaCazaDePerros, ¿en serio?. Acá la declaración pública de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias y la ed de Investigación en Zoonosis Emergentes y Re-emergentes.

El artículo sobre la materia oscura resulta bastante más interesante: al parecer, sería posible construir detectores de materia oscura a partir de ADN. No he leído en profundidad, pero si la noticia se masifica, no me extrañaría ver reclamos contra los astrónomos por permitir que exista tal cancerígeno, ni campañas para prohibir la materia oscura.

jueves, 5 de febrero de 2015

Letters home

I am afraid of getting older. I am afraid of getting married. Spare me from cooking three meals a day—spare me from the relentless cage of routine and rote. I want to be free… I want, I want to think, to be omniscient.
—Sylvia Plath



domingo, 1 de febrero de 2015

Reality check

No recuerdo cómo, pero en alguna de mis andanzas por internet, hace un tiempo atrás llegué al mundo del sueño lúcido. Suena un poco a inventos místicos, pero la verdad es que es un fenómeno bien documentado por la ciencia y la psicología.

El sueño lúcido corresponde al fenómeno de estar consciente mientras se está soñando. En un nivel de principiante puede relegarse sólo a eso: ser consciente del sueño. Pero la gracia prometida, por la cual seguramente varios de los interesados decidimos adentrarnos más en este mundo, es el poder controlar completamente los sueños.

Hay personas que son soñadores lúcidos naturales. Que les mencionas que es posible ser consciente mientras se sueña, y te preguntan si acaso no es así como siempre se sueña. Para los que no tenemos ese "don", es una disciplina que se puede entrenar.

"Sueño causado por el vuelo de una abeja...", Salvador Dalí
Lo más simpático del caso, es que el primer sueño lúcido que tuve en mi vida fue la noche del día que descubrí el tema. Pasé horas leyendo artículos y testimonios, y sin probar técnica alguna esa noche, logré tener un sueño donde adquirí lucidez y, también, pude controlar un par de cosas. Desde esa vez, decidí que entrenaría para poder dominar mis sueños a voluntad.

Por supuesto, lo primero que hice fue comprar un libro al respecto. Acá en Chile no logré encontrar algo útil —incluso, por primera vez en mi vida, entré a librerías esotéricas—. Sólo tenían para ofrecerme libros sobre el significado de los sueños, lamentablemente parece que todo lo que se refiera al soñar se mete en el mismo saco. Finalmente, en internet compré la que, se supone, es la biblia del sueño lúcido: "Exploring the world of lucid dreaming", de Stephen LaBerge (el pionero en hacer estudios científicos sobre el tema, en la universidad de Standford) y Howard Rheingold.

En la introducción al libro, te prometen que aprender a tener sueños lúcidos puede ser la solución a todos tus problemas: puedes practicar situaciones y conversaciones, enfrentarte a tus miedos, incluso practicar instrumentos. Supongo que hay dos tipos de soñadores lúcidos: los que, realmente, lo enfocan como una técnica de autoayuda, y quienes lo consideran un hobby diferente y entretenido de explorar. Yo me identifico con el segundo grupo, asi que las páginas de testimonios de gente contando cómo cambió su vida el tener sueños lúcidos no me llegaron mucho.

Lo peor del tema es que, como toda técnica que requiere entrenamiento, hay que trabajar. Y bastante. De entrada nos topamos con un problema: es difícil recordar lo que soñamos. LaBerge menciona que es probable que ya hayamos tenido varios sueños lúcidos durante nuestra vida, pero que al despertar no los recordamos. Asi que el inicio de este viaje es entrenar la mente, para recordar nuestros sueños al despertar.  Para esto, se debe tener un cuaderno y un lápiz en el velador y, cada vez que uno se despierta, anotar inmediatamente lo que se soñó. Aunque sólo se recuerden algunas imágenes, o la atmósfera del sueño: hay que anotarlo todo.

Esa parte del entrenamiento la seguí con cuidado desde el principio. Me ayudó que desde hace algunos años venía anotando sobre lo que soñaba, sin alguna razón particular. Retomé mi cuaderno y la verdad es que el dream recall, o la habilidad de recordar los sueños, mejora bastante sólo en algunos días. Pasar de no recordar un sueño en meses, a tener algo que escribir todas las mañanas, fue el primer cambio importante que noté con el "entrenamiento".

"Mimosa", Rafał Olbiński
El resto de las técnicas, lo admito, son bastante más lateras. Algunas de las más eficientes para alcanzar la lucidez implican cosas como despertarse a mitad de la noche por una hora y luego seguir durmiendo, cosa que realmente no estoy dispuesta a hacer. Al menos por ahora, sólo un compromiso simple con este hobby me parece suficiente. De todas formas, mi técnica favorita para alcanzar lucidez, o en realidad para ser más consciente de lo que me rodea (lo que, se supone, en un sueño ayuda a alcanzar la lucidez) es el reality check.

Los reality check son pequeñas pruebas que se pueden llevar a cabo durante el día, para asegurarte que estás despierto. Suena un poco ridículo, ¿cómo no voy a saber si estoy despierto?, pero cuando uno está soñando, la línea puede volverse algo borrosa. El cerebro no sabe diferenciar si lo que está viendo y procesando es un sueño o una realidad. Por eso es que, por ejemplo, las pesadillas resultan tan aterradoras: para nuestra mente, en ese momento, el peligro y el miedo son reales. Cuando se está soñando, cosas como atravesar paredes o que aparezcan personajes famosos, parece de lo más normal. Por eso, se busca entrenar la mente para notar las cosas extrañas, las cosas que en la vida diaria no deberían ocurrir. De esa forma, podemos darnos cuenta que, lo que estamos viviendo en el momento, es un sueño.

La gracia de los reality check es hacerlos seguido, constantemente a lo largo del día, de manera que la mente se acostumbre a hacerlos frecuentemente. Así, al alcanzar un estado consciente mientras se sueña, la mente hará, por costumbre, un reality check... y vivirás ese maravilloso segundo donde exclamarás, ¡ESTOY SOÑANDO! Los primerizos, probablemente se emocionen tanto que se despertarán inmediatamente, frustración que he sentido varias veces. Si no, podrán empezar a ver su sueño desde una perspectiva distinta, e incluso pueden ser capaces de alterar ciertas cosas.

Hay distintos reality checks que pueden hacerse, y la gracia es que no interfieren con la vida diaria. Por ejemplo, taparte la nariz e intentar respirar por ella, o intentar atravesar un dedo por la palma de tu otra mano. En un sueño, podrás respirar sin problemas, y ver tu dedo asomar por el dorso de tu mano no te causará sorpresas. ¿Mi reality check favorito? Observar si las palabras cambian.

Esto se hace así: supongamos que vas caminando por la calle, y pasas al frente de un edificio. Este edificio tiene su número, grande, pintado afuera. Miras el número, desvías la vista por un par de segundos, y miras al número nuevamente. ¿Sigue igual? Entonces, estás despierto. Pero, en tus sueños, la segunda vez verás un número completamente diferente. Puede hacerse con números de las casas, con una frase corta del libro que estás leyendo, con lo que sea. A mí me gusta el de la numeración en las calles, es simple y puedo hacerlo varias veces mientras voy caminando.

Una noche, iba caminando por la calle, camino a un kiosko a comprar cigarros. Iba pasando frente a una casa de paredes blancas, y su número estaba pintado con negro. Con el contraste, el número se notaba bien, por lo que me pareció un buen momento para hacer un reality check. Miré hacia atrás, luego al número otra vez, pero ya no había número: donde recién habían tres dígitos, ahora habían tres caracteres cirílicos. Entonces miré hacia el cielo, y ví nebulosas, auroras, galaxias, y otras luces misteriosas, azules, que se movían por todos lados. Yo seguí caminando, a conseguir mis puchos.


¿Estás soñando ahora?